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Se conoce como “fiesta de quince años” a la costumbre proveniente de las grandes culturas precolombinas de México, Aztecas y Mayas, que realizaban los ritos de pubertad para indicar la entrada a la vida adulta. En estas culturas, al llegar a la fecha de quince años, las jóvenes salían de la familia a la escuela para aprender la historia, las tradiciones de su cultura y prepararse para el matrimonio.

Y aunque en la mayoría de los países latinoamericanos la celebración tiene como símbolo supremo el efecto de la luna en el cuerpo de la mujer, es ante todo un modo de reconocer que la joven ha alcanzado la madurez. Si bien la celebración varía mucho según los distintos países, en diferentes estudios sobre el origen de esta costumbre se ha concluido que la festividad ha ido derivando de una tradición recia y familiar hacia un encuentro puramente social.

Es por ello que la celebración de los 15 años de vida de la Cooperativa Recimed es ante todo un encuentro que se mueve entre el ambiente familiar y el círculo de vecinos y amigos que han hecho posible mantener en pie este gran hogar que hemos construido a pulso, al fragor de cada jornada, al ritmo acompasado de carretas y cartones.

En tres lustros de existencia son muchas las vivencias y los aprendizajes que hemos tenido juntos. Alegrías y tristezas han dejado su huella en los libros de cuentas y en los rostros de nuestra gente. Amores y desamores, caminos equivocados y senderos de flores, conquistas tempranas, sueños extraviados y utopías de acera que reafirman nuestra visión del mundo.

En un momento como el que vive la humanidad, hablar de cifras y números será tal vez una forma de estar a la vanguardia y en sintonía con el nuevo orden mundial, con los números que hablan de impactos, logros y débitos. Hoy optamos por las voces, por las palabras y las imágenes que nos permiten alargar las horas de nuestra bella infancia y comprender con asombro que la memoria es como un tren infinito que vemos pasar alegremente frente a nosotros y cuyo último vagón se resiste a aparecer ante nuestros ojos.

Dejemos entonces que sea la voz de nuestros asociados, sus hijos, sus familiares y amigos, la voz queda de los que ya no están y el murmullo de los que están por venir; el gesto noble de las personas representantes de empresas y entidades que han hecho posible reconocer esa labor con valor que entraña el oficio del reciclaje. Que sean ellos, ustedes y los otros los que brinden una flor a esta quinceañera que se apresta para danzar alegremente el baile de la vida, mientras sus ojos se deleitan en el recuerdo de tantas y tantas lunas vencidas.

¿Qué ha significado para usted, lector cómplice, la existencia de la Cooperativa Recimed en estos quine años de vida?